Buscando la Paz con Pablo

El Nuevo Testamento a menudo pinta sus grandes verdades con las más amplias pinceladas. De él obtenemos el panorama general sobre el ministerio de la reconciliación, siendo embajadores de Cristo y siendo motivados por el amor. Pero con estos grandes principios, el Nuevo Testamento también esboza retratos más pequeños que nos muestran cómo son estas verdades en la práctica, de cerca y en persona.

Filemón es una de esas pequeñas imágenes. Como la carta más corta de Pablo, con solo 335 palabras (en griego), es un tesoro de reconciliación cristiana práctica y todo lo que implica para nuestras relaciones personales y sociales. En este “Enfoque”, nos enfocamos en la maravillosa historia de Filemón, Onésimo y el pacificador que restableció las relaciones rotas y trascendió las instituciones que los dividieron.

La epístola ofrece mínimos detalle sobre nuestros dos distanciados compañeros. Filemón es dueño de su casa y maestro de esclavos, aparentemente de buena posición económica y estatus. También es un “querido amigo y compañero de trabajo” de Pablo quien tiene una iglesia en su casa (vv. 1, 2).

Onésimo es un humilde esclavo fugitivo. Bajo la influencia de Pablo, él puso su fe en Jesucristo.

Esta breve descripción provoca preguntas: ¿Qué le pasó a Onésimo? ¿Por qué se fue? ¿Quién tuvo la culpa? No tenemos las respuestas. Solo nos quedamos con el gran abismo que los divide. Pero estos delicados contornos nos permiten enfocarnos en Pablo y en cómo él busca activamente la paz y cierra la brecha como embajador y defensor de Onésimo con Filemón. Pongamos mucha atención a su magistral clase sobre cómo lograr la paz.

Versos 1-3, 22-25: Al principio y al final de la carta, Pablo se identifica a sí mismo como “un prisionero de Cristo Jesús”. Como buen soldado, ha sido fiel a la causa de Cristo en la que todos son “compañeros de trabajo”. Están unidos por “la gracia de nuestro Señor Jesucristo”. Estas palabras enmarcan no solo la epístola, sino también el evangelio en sí y las altas expectativas de Pablo al respecto. Debido a que tenemos “paz de Dios nuestro Padre”, la “iglesia en su casa” es indicativa de una nueva familia en Cristo. A lo largo de los veinticinco versos del libro, Pablo repetidamente se refiere a todos los participantes cariñosamente como “hermanos”.

Versos 4-7: Habiendo establecido a Jesús como el puente que nos une, Pablo se vuelve hacia su amigo Filemón. Él expresa su agradecimiento y oraciones a Dios por Filemón, y lo felicita por el “amor y la fe que tiene hacia el Señor Jesús y hacia todos los santos”. Pablo lo alaba, no por su estatus o posición, sino por “compartir su fe” y el “consuelo en su amor”. Él reconoce la alegría refrescante que Filemón ha dado a “los corazones de los santos”.

Versos 8-16: Habiendo establecido que Filemón es un hombre de fe y amor, Pablo está listo para hacer su apelación por esos mismos motivos a favor de Onésimo. Por el peso de su autoridad, Pablo habría podido mandar y forzar a Filemón para que hiciera lo correcto, “más bien te ruego por amor”.

El mismo amor que motiva a Filemón es lo que mueve a Pablo a vaciarse de sí mismo por el bien de Onésimo. Este amor ha transformado al esclavo fugitivo en el propio hijo de Pablo, y Pablo apela a Filemón para que lo reciba como a su “propio corazón”. El amor de Cristo que se vacía de sí mismo define a los tres hombres y requiere que Filemón no actúe por compulsión externa sino por amor voluntario. Cuando lo hace, cada límite que los separa será trascendido. En esta reconciliación, Filemón está llamado a recibir a Onésimo con aceptación divina, “ya no como esclavo sino como alguien más que un esclavo: como a un hermano amado”.

Versos 17-22: Pablo y Filemón son compañeros en este ministerio de la reconciliación. El mismo amor sacrificial que mueve a Filemón a recibir a Onésimo como un hermano igual en Cristo mueve a Pablo a decir también: “si te debe algo, ponlo a mi cuenta”. Pablo confía en que Filemón será obediente a este amor y, en el proceso, traerá alegría y frescura al corazón de Pablo.

El libro de Filemón ilustra vibrantemente lo que hace un embajador de Cristo en la búsqueda activa de la paz: orienta a todos como hermanos en Cristo; reconoce la fe y el amor que los anima; apela, en lugar de obligar, obra voluntaria y sacrificialmente desde el corazón; y reconoce la asociación compartida que está en Cristo y que puede trascender toda división persona e institucional.

En 335 palabras, Pablo trazó una imagen que nos desafía hoy. Todavía rompe todas las barreras y une cada golfo, si se lo permitimos. Cuando lo hacemos, nuestras propias vidas se convierten en la obra maestra de Dios, y nosotros, en embajadores de la paz.

“La gracia de nuestro Señor Jesucristo sea con su espíritu. Amén” (v. 25).

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Written By

Jason Overman is Editor of Publications of the Bible Advocate Press. After 24 years in the publishing industry (in sales and management) with the Harrison Daily Times, Jason left his general manager’s position to join the BAP family in 2015. He has served in ministry for 30 years and currently pastors the Church of God (Seventh Day) in Jasper, Arkansas, with his wife, Stephanie, and two children, Tabitha and Isaac. Jason enjoys spending time with family and friends, traveling, reading theology, playing his guitar, and taking in the beautiful Ozark Mountains he calls home.

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