El Sube y Baja

¿Alguna vez ha jugado en un sube y baja? Eso era algo que había en muchos parques infantiles cuando yo era niño. Con una persona en cada extremo de la larga tabla que estaba en equilibrio en el centro, el sube y baja subía y bajaba. Tal vez solo con el mismo peso en cada extremo, podía haber balance en el medio.

Ser cristiano es vivir de la misma manera como estar en un sube y baja: en tensión entre dos realidades, con el presente y el futuro en ambos extremos. A diferencia de las visiones del mundo que no creen que haya otra vida después de ésta, el cristianismo es una fe que se practica seriamente para el aquí y ahora y para la vida venidera. Nosotros vivimos en ese sube y baja.

Nuestra Declaración de Fe desglosa esta idea en un reino de Dios en tres partes: presente, milenial y eterno. Sin embargo, para este artículo, simplificaré el milenial y el eterno en simplemente el reino futuro.

Balanceando el presente y el futuro

Dada esta tensión, ¿cuáles son nuestras responsabilidades ante estas dos realidades? ¿Qué hacemos con cada una de ellas?

En el presente, estamos continuamente llamados a ser testigos del Reino de Dios. Consideremos esta muestra de pasajes que se refieren a los creyentes como testigos de Dios: Isaías 43:10; 44:8; Mateo 10:18; Marcos 13:9; Lucas 21:13; Juan 1:7, 34; 15:26, 27; Hechos 2:32, 40; 10:39-43; 14:17; 22:15, 21; Romanos 8:16; Hebreos 12:1; Apocalipsis 2:13; 11:3.

Una de las escrituras más relevantes es Hechos 1:8: “Pero recibiréis poder, cuando haya venido sobre vosotros el Espíritu Santo, y me seréis testigos en Jerusalén, en toda Judea, en Samaria, y hasta lo último de la tierra” (RVR- 1960, énfasis agregado). Como testigos, invitamos a otros a la paz presente y futura con Dios. Considere el ejemplo de Pedro en Pentecostés (2:37-41). Además, debemos demostrar la realidad del Reino en nuestro amor mutuo (Juan 13:34, 35); en nuestro servicio a los demás, dentro y fuera de la familia de la fe (Mateo 25:31-46; Lucas 10:25-37); y en nuestra amabilidad con los de fuera (Filipenses 4:5).

Nuestra responsabilidad hacia el futuro es poner nuestra esperanza allí, en lugar de en esta vida presente. Jesús nos recuerda que Dios cuidará de nosotros aquí (Mateo 6:25-34). Nos aconseja buscar primero el reino de Dios y Su justicia, y lo que necesitemos será provisto (v. 33). Jesús también enseña a los creyentes a acumular tesoros en el reino de Dios en lugar de hacerlo en cosas materiales aquí y ahora (v. 19).

Nuestro equilibrio, entonces, está en mantener la esperanza futura en nuestros corazones y mentes mientras vivimos en el presente como testigos y obreros fieles.

Desequilibrio

Un desequilibrio común entre el futuro y el presente se produce cuando no podemos dejar de hablar de nuestras ideas y propuestas sobre cómo será el reino futuro y cuándo llegará. A menudo esto se manifiesta al interpretar constantemente las señales y cada movimiento en el escenario mundial como el presagio final del fin. Dicho de otra manera, cuando vivimos sólo para el fin en lugar de vivir en el presente, estamos desequilibrados en el sube y baja.

Nuestra esperanza debería estar en el futuro. Lo más importante de esa esperanza es simplemente proclamar que sucederá y prepararnos nosotros mismos y a los demás para el reino venidero. Es más importante estar preparado en todo momento para la aparición de nuestro Dios y Salvador que predecir el momento exacto y la forma en que ocurrirá. Si siempre estamos listos y trabajando como testigos fieles, siempre estaremos listos para la venida del Rey (Mateo 25:1-13). Si nuestras predicciones están equivocadas, podríamos causar dudas en los demás, provocar que se burlen del nombre de Dios y podríamos no estar preparados cuando nuestra vida realmente termine o llegue el fin.

Del mismo modo, si nos enfocamos demasiado en el presente, poniendo nuestra esperanza sólo en el aquí y ahora, nos desequilibramos. Vivimos como si tuviéramos mucho que perder. Tememos a la muerte y a la pérdida de las cosas y placeres de esta vida. Después nos volvemos inútiles para el reino de Dios en el presente y en el futuro (Juan 15:4-6). Los obreros más fructíferos para el reino saben que para la vida presente, somos solo peregrinos (Hebreos 11:13). Trabajamos fiel y pacientemente como sacrificios vivos a Dios (Romanos 12:1). Sabemos que podríamos estar aquí por ochenta años, por lo que nos instalamos y trabajamos con seriedad en las tareas que tenemos a nuestro alcance. Sin embargo, como los héroes de la fe, sólo ponemos nuestra esperanza en el cumplimiento futuro de todas las cosas: el futuro reino de Dios (Hebreos 11:13-16).

Desafío

He aquí el desafío. En un sube y baja, rara vez pasamos de estar balanceados en el centro a saltar de un extremo al otro. Más bien, somos atraídos lentamente hacia un lado hasta que se inclina totalmente en el aire. Tal vez esto ocurra en nuestro caminar cristiano porque los últimos tiempos nos resultan interesantes o porque empezamos a acumular cosas que nos resultan queridas en el presente.

Debemos cuidarnos de no ser jalados hacia un extremo. Se necesita estar balanceado para estar en tensión entre los reinos del “ahora” y del “todavía no”. Trabajamos en el presente por el reino mientras mantenemos nuestra profunda y apasionada esperanza en su futura gloria y venida con Dios. Todo lo que hacemos debe tener en cuenta los dos extremos del sube y baja. Así que orientamos nuestras vidas en torno a la realidad de que el fin llegará y que debemos proclamarlo. Pero necesitamos vivir una vida larga, y ciertamente fructífera, antes de que durmamos en Jesús o llegue el fin para todos.

Espero que todos trabajemos y perseveremos fielmente en este camino. Que lo hagamos hasta que suene la trompeta final, y lo que hemos sembrado con Dios resucite imperecedero en esa gloria futura, donde la muerte es devorada por la victoria y la morada de Dios está con los fieles por los siglos de los siglos (1 Corintios 15:42-58; Apocalipsis 21:3).

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Pepe Grillo Hilos de Oración

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Brian Franks serves as dean of Academic Affairs for Artios Christian College and as pastor of the Tulsa, OK Church of God (Seventh Day). Brian is a graduate of LifeSpring School of Ministry (predecessor to Artios). He has served as an instructor for Artios and holds a master’s in Education in Online Curriculum and Instruction. He is scheduled to complete a master’s in Divinity in April 2023. He is married and has four children.

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