Haciendo del Evangelismo una Prioridad

En su libro Let the Nations Be Glad! (¡Que Se Alegren las Naciones!), John Piper cuenta la historia de José, un guerrero masai que encontró a Jesucristo un día en un camino africano caluroso y polvoriento. Mientras José caminaba, alguien le compartió el evangelio. En ese mismo momento aceptó a Jesús como su Señor y Salvador.

El poder del Espíritu Santo comenzó inmediatamente a transformar la vida de José. Lleno de entusiasmo y alegría, quiso compartir el poder transformador de Jesucristo con la gente de su pueblo. José comenzó a ir de puerta en puerta, contando a todos el mensaje de salvación y esperando que lo recibieran con el mismo entusiasmo con que él lo había recibido.

Para su sorpresa, los aldeanos reaccionaron violentamente a su mensaje. Los hombres agarraron a José y lo sujetaron al suelo, mientras las mujeres lo golpeaban sin piedad con alambres de púas.

Lo sacaron del pueblo arrastrándolo y lo dejaron en el monte pensando que estaba muerto. Después de días de estar consciente e inconsciente, encontró la fuerza para regresar, decidido a compartir nuevamente a Jesucristo con sus compañeros del pueblo. Una vez más, golpearon a José, lo arrastraron fuera del pueblo hasta dejarlo inconsciente y lo dejaron ahí para que muriera.

Días después, José se despertó en el monte, golpeado y lleno de cicatrices, pero aún así decidido a regresar. Cuando regresó a la aldea, lo atacaron antes de que pudiera decir algo. Mientras lo golpeaban por tercera vez, lo único que pudo decir fue “Jesucristo es el Señor”.

Antes de desmayarse, vio que las mujeres que lo golpeaban comenzaron a llorar. Cuando despertó en su propia cama, los que lo habían golpeado ahora estaban tratando de salvarle la vida y cuidarlo hasta que recuperara la salud. Gracias al testimonio y la determinación de José, todo el pueblo aceptó a Cristo.

Compartir el evangelio no es sólo para quienes se encuentran en países extranjeros.

Durante los últimos dos años, la Iglesia de Dios (Séptimo Día) ha hecho de la evangelización una de nuestras principales prioridades testificando a otros en forma personal. Nuestra misión es ayudar a las personas perdidas a cambiar su destino de muerte eterna a vida eterna sin importar lo que cueste o lo que enfrentemos.

El mandamiento de Jesús

En Mateo 28:19, 20, Jesús da a la Iglesia Su Gran Comisión, también llamada el Gran Mandamiento:

“Por tanto, id, y haced discípulos a todas las naciones, bautizándolos en el nombre del Padre, y del Hijo, y del Espíritu Santo; enseñándoles que guarden todas las cosas que os he mandado; y he aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”.

En esta comisión, Jesús nos ordena hacer cuatro cosas: 1) Ir. Al ir por la vida, debemos 2) hacer discípulos. Debemos compartir nuestra fe y ayudar a la gente a encontrar a Jesucristo a través del poder del Espíritu Santo que obra en ellos y a través de nosotros. 3) Bautizarlos. Traerlos al cuerpo de Cristo a través del bautismo, un símbolo externo de su cambio interior. 4) Enseñarles a observar los mandamientos de Jesús — guiar a los nuevos cristianos. Debemos ayudarles a crecer en su relación con Cristo y ayudarles a convertirse en cristianos que se alimenten a sí mismos. También debemos enseñarles a caminar diariamente con Dios y con Cristo, a orar y a leer, estudiar y aplicar la Palabra de Dios a la vida diaria.

Jesús nos da una promesa en la Gran Comisión, que Él estará con nosotros siempre, incluso hasta el fin de los tiempos mientras cumplimos este mandamiento. Nos lo dio porque era Su principal prioridad y misión, la razón por la que Él vino a esta tierra: “Porque el Hijo del Hombre vino a buscar y a salvar lo que se había perdido” (Lucas 19:10). Por eso vino a la tierra. Vino a traer a los perdidos a una relación salvadora consigo mismo y con Dios

El mensaje de Jesús

Cuando Jesús comenzó a predicar, Su primer mensaje fue una orden de arrepentimiento: “Arrepentíos, porque el reino de los cielos se ha acercado” (Mateo 4:17). A lo largo del ministerio de Jesús, Su mensaje nunca se desvió. Varios textos de los Evangelios nos dicen que Jesús recorrió toda la región enseñando y predicando la buena nueva del reino (Mateo 4:23; 9:35; Marcos 1:14). Su única visión era llegar a las personas perdidas, y Su mensaje principal era sobre la salvación. Jesús nunca perdió de vista el propósito de Su venida: buscar y salvar a los perdidos.

Estadísticas alarmantes

La evangelización debe ser una prioridad para todo creyente que sea parte del cuerpo de Cristo. En un artículo en línea titulado “Understanding Ex-Christian America” (Public Discourse: The Journal of the Witherspoon Institute, April 12, 2023), (Comprendiendo a la América Ex-Cristiana). (Discurso Público: Revista del Instituto Witherspoon, 12 de abril de 2023), el profesor Stephen Bullivant define a los no convertidos como aquellos cristianos que se han alejado de su fe. Además, Bullivant estima que hay 59 millones de “los que niegan” (ateos, agnósticos, etc.) en Estados Unidos, y ese número está aumentando.

En un artículo de Internet “¿A Qué Edad Se Vuelven Cristianos los Estadounidenses?” La Southern Nazarene University (Universidad Nazarena del Sur) cita una encuesta realizada por la Sociedad Bíblica Internacional. Indicando que el 83 por ciento de los cristianos se comprometen con Cristo por primera vez entre los 4 y los 14 años. Esto implica que algún tiempo después de su primer compromiso, esos niños toman otro rumbo. Quizás parte del problema es que hay poco o ningún discipulado/mentoría en las iglesias para ayudar a influir en estos niños para que permanezcan comprometidos con Cristo.

La Southern Nazarene University (Universidad Nazarena del Sur) también cita un estudio del grupo Barna Research Group (Grupo de Investigación Barna) que descubrió la tasa de las probabilidades de aceptar a Cristo. Encontró que los niños entre 5 y 13 años tienen un 32 por ciento de probabilidad de aceptar a Cristo. A medida que los niños crecen, esa tasa de probabilidad cae dramáticamente. Los jóvenes o adolescentes entre 14 y 18 años tienen sólo un 14 por ciento de probabilidad de convertirse en cristianos. Los adultos no creyentes de 19 años o más tienen sólo un 6 por ciento de probabilidad de convertirse en creyentes.

La misión de la iglesia

Esto nos ayuda a ver la urgencia de presentar el Evangelio a todas las edades. Pero no podemos detenernos ahí. Una vez que alcanzamos a la gente para Cristo, necesitamos hacerlos discípulos. En otras palabras, necesitamos tener un proceso de tutoría que ayude a estos nuevos convertidos a establecer su relación con Cristo y a convertirse en cristianos que se alimenten a sí mismos.

En 2 Corintios 5:17-20, Pablo llama a los cristianos “embajadores de Cristo” y dice que Dios nos ha encomendado el ministerio de la reconciliación, llevando a las personas perdidas a una relación con Dios de nuevo. Su intención era que la Iglesia fuera el conducto a través del cual el Evangelio llegara al mundo. La Iglesia no son edificios, himnarios o creencias doctrinales. La Iglesia se compone de personas comprometidas con Cristo.

Para que seamos embajadores de Cristo y participemos en el ministerio de la reconciliación, debemos compartir a Jesús siempre que podamos. El rechazo de nuestra sociedad a los valores bíblicos, el aumento de la violencia, el creciente desánimo y el aumento de los suicidios entre los jóvenes deberían hacernos ver lo mucho que la gente necesita a Jesús. Él va a volver, y la gente sin Él está perdida para toda la eternidad.

El énfasis de Jesús

En Lucas 14:15-23, Jesús cuenta la historia de un hombre que estaba preparando un gran banquete e invitó a varias personas. Él envió una invitación a los que originalmente había invitado, pero todos tenían excusas por las que no podían asistir. La segunda invitación fue para los desfavorecidos, la gente de la calle y de los callejones que eran pobres, lisiados, ciegos y cojos. Ellos fueron, pero todavía había lugar en el banquete para más gente.

La tercera invitación fue enviada a cualquiera que los sirvientes pudieran hacer venir: “Fuérzalos a entrar, para que se llene mi casa” (v. 23). La palabra forzar indica el sentido de urgencia de Jesús por salvar a los perdidos.

Jesús quiere que tengamos el mismo sentido de urgencia que tenía José en su pueblo. Nos forzará a salir a nuestras comunidades, vecindarios, lugares de trabajo, familias y amigos a compartir el mensaje de salvación. Si no sentimos una urgencia, pidamos a Dios que ponga en nosotros un deseo ardiente de ver a los perdidos salvados y nos motive a tomar acción.

Oremos para que Dios nos dé oportunidades divinas y citas divinas para compartir nuestra fe con cualquiera que nos escuche. En estos entornos, podemos compartir a Jesucristo en el poder del Espíritu Santo y dejar los resultados a Dios.

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Cuando la Vida Se Pone Difícil Mujeres Guerreras

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