Pastores Sin Una Iglesia

por Oscar Mata

Hace varias semanas, alguien me pidió que visitara a un amigo suyo que estaba hospitalizado. El paciente era un hombre de más de setenta años, que hablaba inglés y tenía el porte distante de alguien que no había pisado una iglesia durante décadas. Me recibió sólo porque fui a petición de su amigo. Era un hombre de carácter fuerte, alejado de su familia, con una profunda aversión a las iglesias. Sin embargo, aceptó hablar con este pastor hispano cuyo inglés con un fuerte acento era nuestro único punto en común. Hablamos de la vida, de sus pasiones, de sus heridas, de todo menos de religión. Lo visitaba una vez a la semana, aunque él deseaba que pudiera ir más a menudo. Le expliqué que mi tiempo era limitado, pero cada semana volvía a su lado. Trabajo como capellán de hospital y estas visitas son habituales para mí. Sin embargo, esta visita fue como pastor, no en mi papel de capellán. Resultó ser una manera fascinante para el Creador de enseñarme acerca de las personas que viven fuera de las iglesias, pero tienen sed de ser escuchadas y comprendidas. Personas que no buscan sermones ni imposiciones sino un oído sincero, una presencia que los ame sin presiones. En esas visitas aprendí que, al final, es Dios quien toca los corazones. Nosotros, imperfectos como somos, somos solo sus instrumentos.

La hospitalización del hombre continuó y, poco a poco, su resistencia comenzó a quebrarse. Con el paso de las semanas, él trajo a colación una conversación sobre Dios y las razones por las que se había alejado de la fe. No lo juzgué ni le hablé de credos; simplemente lo escuché. Confesó que se arrepentía de su vida alejada de Dios y buscaba su perdón. Me preguntó si yo sería su pastor una vez que saliera del hospital.

No pude visitar a este hombre por más de una semana porque asistí al Concilio Ministerial en octubre. El mismo día que regresé recibí un mensaje urgente de la persona que me había pedido que lo visitara: Mi paciente se estaba muriendo.

Corrí a su lado y lo encontré muy frágil, apenas podía hablar. Le tomé la mano, oramos juntos y en ese silencio compartido, él dio su último suspiro.

El hombre nunca visitó mi iglesia, y yo, oficialmente, nunca fui su pastor. Pero espero, con toda mi fe, que Dios haya aceptado su arrepentimiento. Por designio divino, soy pastor. Pero no necesitas un título para hacer algo similar por alguien. A veces Dios nos llama a ser pastores sin una iglesia. Tú podrías ser ese pastor para una persona necesitada. Podrías ser el canal de bendición que Dios usa para sanar y escuchar. Todos tenemos el poder de caminar al lado de alguien, de extender una mano sin juzgar y de ser la respuesta silenciosa a su clamor, porque el amor es la fuerza más poderosa del universo.

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A Sus Pies

Written By

Oscar Mata is originally from Guatemala, where he earned a law degree and received part of his ministerial training. He and his family moved to South Dakota in February 2010 as missionaries. They planted two congregations (Sioux Falls, SD, and Worthington, MN) and helped another congregation in Mitchell, SD. Oscar and his wife, Nancy, have two daughters (Eunice and Naomi) and one son (Oscar). They live in Sioux Falls, where Oscar is a pastor and works as a hospital chaplain. He loves to spend time with his family, friends, and spiritual family.

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