No. La transubstanciación no es bíblica ni razonable. Según la Enciclopedia Británica, la doctrina afirma que la sustancia del pan y del vino cambia, pero su apariencia sigue siendo la misma. Muy pocas doctrinas separan tan fuertemente a los católicos y otros cristianos como ésta. Esto no era parte del dogma cristiano hasta que fue adoptada en 1215 en el Cuarto Concilio de Letrán. Es antibíblica porque los emblemas de la Cena del Señor son simbólicos. Jesús dijo: “Haced esto en memoria de mí”. Es una remembranza metafórica, no el cuerpo y la sangre literales de nuestro Señor. La transubstanciación requiere ignorar esta clara enseñanza para la armonía de las Escrituras.
Las pruebas de esta enseñanza dependen de una interpretación literal de Juan 6:48-66. Este dogma crea contradicciones bíblicas: 1) invalida la ley de Dios al beber sangre (Levítico 3:17; 17:14; Deuteronomio 12:23); 2) ignora la salvación por gracia con la fe en Jesucristo (Romanos 9:11; Gálatas 2:16; Efesios 2:8-10; Tito 3:5); y 3) ignora el sacrificio de Jesucristo, hecho una vez y para siempre (Hebreos 9:28; 1 Pedro 3:18).
En la primera contradicción, quienes defienden la transubstanciación la explican como un misterio de Dios. Pero Dios no contradice Su propia ley. Dios no puede pecar, y el pecado es transgresión de la ley. En otras palabras, Dios no hará cosas que lo desafíen a Él mismo.
En la segunda contradicción, quienes defienden la doctrina explican la necesidad de consumir a Jesucristo para vivir, pero no aceptan la verdad de que consumir a Cristo da como resultado la vida eterna. En cambio, según los devotos de la transubstanciación, algunos pueden comer y aun así llegar al infierno.
La tercera contradicción niega el precepto bíblico del sacrificio de Jesucristo de una vez por todas y exige el sacrificio repetido de Su cuerpo cada vez que se toma la comunión.
Al menos anualmente, cada miembro de la Iglesia de Dios (Séptimo Día) debería conmemorar la muerte de Jesús como una remembranza, no crucificarlo de nuevo.
La posición de la Iglesia de Dios al respecto se establece en En Esto Creemos (pp. 91, 92):
El significado del memorial de la Cena del Señor se encuentra en el significado asignado a sus símbolos. Mateo, Marcos, Lucas y Pablo concuerdan en que el pan es un símbolo del cuerpo de Jesús y que la copa es un símbolo de su sangre (vea a Juan 6:53-58). “Porque cada vez que comen este pan y beben de esta copa” Jesús les instruyó, “proclaman la muerte del Señor hasta que venga. Hagan esto en memoria de Mí” (paráfrasis de Lucas 22:19, 20 y 1 Corintios 11:24-26).
La obediencia a las ordenanzas simbólicas agrada a Dios. Entre ellas están la Cena del Señor y el bautismo ¿Parece coherente con las Sagradas Escrituras exhortar a que la salvación se asegura mediante el bautismo en agua o tomando la comunión con el pan y el fruto de la vid? Algunos enseñan que sí, pero nosotros pensamos que tal enseñanza es inconsistente con las Escrituras.
En el contexto del pasaje que algunos creen que enseña la transubstanciación, Jesús dice: “El espíritu es el que da vida; la carne para nada aprovecha; las palabras que yo os he hablado son espíritu y son vida” (Juan 6:63). Las palabras de Jesús no son literales, como tampoco lo es el hecho de que comamos Su carne. Ambas cosas deben entenderse espiritualmente.
— Anciano Chip Hinds





