Esta Noche Recordamos (Una Refleción en la Santa Cena)

Los trastes se amontonan, desacuerdos ruidosos hacen eco en las paredes decoradas por los pequeñuelos, las actualizaciones de novedades acosan y agitan y transmiten destrucción y angustia. Recojo un lego más extraviado del piso mientras apretujo mis dientes para evitar explotar en una “esterilizada” maldición de frustración. Hoy, es tan fácil olvidar que esta noche, recordamos.

Recordamos que…

«El Señor Jesús, la noche que fue traicionado, tomó el pan, y cuando había dado gracias, lo partió y dijo, ‘Este es mi cuerpo, que es dado por ustedes; haced esto en memoria de mí.’”[ref]1 Corinthians 11:24[/ref]

De la misma forma, después de la cena tomó la copa, diciendo, ‘Esta copa es el nuevo pacto en mi sangre; haced esto, cuando bebáis, en memoria de mí.’[ref]1 Corinthians 11:25[/ref]

Recordamos su muerte, sí, y los detalles de esa noche. La parte de la muerte se encuentra plasmada en nuestras mentes gracias a los detalles gráficos de los evangelios.

Sin embargo, el recuerdo no puede quedarse allí o de otra manera seremos engañados al pensar que el sufrió, murió y resucitó simplemente para darnos una vida eternal después de la muerte.

No, debemos recordar que al hacer este nuevo pacto Jesús mismo estaba recordando un antiguo pacto que fue derribado por otra cena, hace mucho, mucho tiempo.

Buscando la mente de Cristo, recordamos que en el principio, Dios creó un hogar hermoso para la humanidad. Y éste era bueno.

Luego, en medio de ese hogar, Dios plantó un jardín al cual llamó “Deleite” (Edén).  Este jardín, no sólo era bueno- era santo. Funcionó como un templo- un lugar en el cual Dios mismo caminaba y habitaba como en casa. Los sacerdotes quienes llevaban su imagen, reflejaban el dominio perfecto de Dios sobre el templo-jardín y todas las creaturas que en el habitaban.

Dios y sus sacerdotes tenían un acuerdo- un pacto. Es decir, tenían una meta en común, y los dos lados tenían un papel que jugar en alcanzar esa meta.  ¿Cuál era esa meta? Con la asociación de Dios, los sacerdotes procrearían a nuevos sacerdotes y al incrementar sus números, lentamente cultivarían el dominio perfecto de Dios hasta que la tierra entera se convertiría en un lugar de deleite santo para Dios. A través de los humanos, Dios bendeciría a toda la tierra.

Pero los sacerdotes orquestaron un golpe.  No querían el gobierno de Dios; querían reinar bajo sus propios términos.

Con dos mordidas fatales, los humanos declararon que el pacto Edénico se había deshecho.

En esa cena, la habilidad de reflejar a Dios y decretar reinado perfecto se destrozó igual que lo hace un espejo.

Recordamos que el caos se apoderó de la tierra, pero también, recordamos que la historia en la Biblia es la narrativa de como Dios maravillosamente no abandona su pacto con la humanidad. A pesar de la infidelidad de la humanidad, Dios se mantendría fiel a este pacto. A través de sus profetas, Dios nos aseguró que su perfecto reinado aún sería cultivado sobre la tierra entera, hasta que toda se convirtiese en un lugar para el deleite santo de Dios. Significativamente, los sacerdotes que llevaban su imagen reflejarían el reinado perfecto de Dios sobre su templo-hogar y todas las creaturas que viven allí. En asociación con los humanos, Dios aun bendeciría a toda la tierra.

¿Pero, cómo sucedería?

Una y otra vez, él estableció pactos con la humanidad con el propósito de bendecir la tierra. El pactó con Abraham, con Moisés, con los Israelitas, con el propósito explícito de bendecir la tierra. Sin embargo, a pesar de las instrucciones que hablaban directamente a sus propios marcos de vida, la humanidad demostró dramáticamente que no podemos vivir a imagen de Dios y promulgar su perfecto gobierno. Bendecir la tierra está muy lejos de nuestra benevolencia.

Pero hoy-hoy recordamos que Dios tomó sobre sí mismo el satisfacer la parte que le tocaba cumplir a la humanidad en esta sociedad… y al hacerlo, estableció un Nuevo pacto-un pacto imperecedero.

Recordamos que en Jesús, Dios una vez más tenía un lugar de deleite en la tierra.  Y este lugar-el cuerpo de Jesús-no sólo era bueno- era santo. Era el templo verdadero; por ende, donde fuera que Jesús caminase, Dios mismo caminaba y hacía habitar su presencia.  Como el verdadero Sumo Sacerdote, Jesús cargó la imagen de Dios y reflejó el reinado perfecto de Dios sobre la creación.

Y recordamos que al beber de su Vida e invitar su Cuerpo a transformar el nuestro para que se convierta en parte del suyo… nuestros cuerpos también se convierten en lugares de deleite para Dios aquí en la tierra.  Que estos lugares carnales se convierten en templos santos que llevan la presencia de Dios al mundo. Como sacerdotes, llevamos la imagen de Cristo y nos unimos con él en reflejar el reinado de Dios sobre la creación.

Esta noche, recordamos que, a través de Cristo, estamos en un pacto con Dios. Tomamos la copa y el pan, bebemos de Su Vida y comemos de Su Cuerpo como recordatorios físicos de que esto no es tan sólo un pacto celestial si no es uno terrenal. Es un pacto en el que su vida nos empodera a asociarnos con Dios en colocar el trabajo fundamental de una nueva creación que lentamente cultivará el reinado perfecto de Dios hasta que la tierra entera- con todo y olor a tierra mojada, se convierta en un lugar para el deleite santo de Dios.

Que por medio de Cristo en nosotros, Dios ciertamente bendecirá toda la tierra.

Que cuando los trastes se acumulen, los desacuerdos ruidosos hagan eco en las paredes decoradas por pequeñuelos, mi actualización de novedades acose y agite y transmita destrucción y angustia y tenga que recoger un  lego más extraviado en el piso mientras mis dientes se apretujan para por poco evitar explotar en frustración….

No sea yo la que viva; si no, sea Cristo quien viva en mí. El pecado no tiene que conquistarme porque Cristo ha conquistado el pecado.[ref]Galations 2:19-21[/ref]

Podemos bendecir y no perpetuar la maldición…

Por esta noche, recordamos.

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Un Llamado a la Santidad

Written By

Amber Mann Riggs lives near Eugene, OR, with her husband and four daughters. She writes at ambermannriggs.com.

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